Historia

El Instituto de Altos Estudios Audiovisuales se gestó gracias a la destacada labor del cineasta Miguel Littín Cucumides.  Su experiencia y reconocimiento en el mundo del cine lo llevaron a ser parte fundamental en la creación de esta institución.

En julio de 2015, Littín fue convocado para formar parte de la Comisión Ejecutiva para la creación de la Universidad Regional de O’Higgins. Surgió así la propuesta de establecer un Instituto de Altos Estudios Audiovisuales como parte fundacional de la naciente Universidad. Este centro integraría una escuela de formación profesional y un espacio de investigación sobre la cinematografía nacional.

La historia personal de Littín, nacido y criado en Palmilla, donde la educación no estaba ligada al mundo del cine, influyó en su impulso de apoyo a este proyecto. Reconoce que tuvo la suerte de acceder a una educación que le permitió su formación profesional. La memoria de sus compañeros/as de la infancia, que enfrentaron dificultades por la falta de oportunidades, motivó su compromiso en este trabajo. Él entendió el impacto transformador de la educación y buscó impulsar un cambio en la región y el país, recordando cómo la falta de acceso a la educación afectó a muchos/as en su comunidad.

Así, la visión de Littín, fundamentada en su convicción sobre la importancia de la educación, tomó forma en la Comisión, contribuyendo a la gestación de un instituto que prometió transformar el panorama audiovisual regional y nacional.

El Instituto de Altos Estudios Audiovisuales surgió en una época en la que el Hospital, ahora sede principal de la Universidad, apenas iniciaba su proceso de renovación. Sus aulas cobraron vida inicialmente en el Museo Regional de Rancagua, marcando así el comienzo de una travesía educativa, incluso antes de que se estableciera cualquier programa académico. Más de 500 estudiantes han transitado por estos espacios, absorbiendo la esencia del cine y llevando consigo su perspectiva única de la vida, reflejada ahora en sus contribuciones a las comunidades que los acogen.

Este legado perdura mientras el Instituto proyecta su mirada hacia el futuro, con una visión de un cine comprometido con su propia historia y arraigado a las características que definen a los habitantes de un territorio. Todo esto en honor a la impronta de un cineasta que dejó su huella indeleble en la historia del cine latinoamericano.

 

Ricardo Carrasco Farfán

Director IEA