Colección Raúl y Emily Bozo

Raúl Bozo Zamorano: fotógrafo autodidacta y visionario artístico

Raúl Bozo Zamorano, reconocido fotógrafo autodidacta, nació el 18 de febrero de 1927 en la localidad de Sewell. Fue el segundo de cinco hermanos, hijos de Luis Bozo y Brígida Zamorano, quienes les inculcaron desde temprana edad la importancia del trabajo arduo y la dedicación.

Durante su juventud, Raúl Bozo estudió interno en el Instituto O’Higgins de Rancagua, donde recibió una educación que sentaría las bases para su desarrollo personal y profesional. Tras completar sus estudios secundarios, incursionó en la educación superior y se dedicó al estudio de Contador, buscando una carrera que, en un principio, parecía alejarse del arte de la fotografía que, ya por entonces, era su principal hobby.

En el año 1950, Raúl contrajo matrimonio con Norma Muñoz Gómez, con quien tuvo dos hijos, Emily y Raúl, quienes fueron testigos y partícipes del talento y pasión que su padre tenía por la fotografía.

El año 1953 marcó un hito en la vida de Raúl Bozo, ya que decidió emprender su camino como fotógrafo profesional y abrió su primer estudio fotográfico, al que llamó “Fotos Selva”. El estudio se ubicaba en la calle Estado en la ciudad de Rancagua, y allí proporcionaron sus servicios para retratos y fotografía de estudio, además de realizar revelados en blanco y negro, siendo este un aspecto fundamental de su trabajo durante aquellos años. La técnica que más le cautivaba y disfrutaba era la diapositiva, la cual utilizaba para capturar y resaltar la belleza de los momentos más especiales.

La década de 1960 trajo consigo cambios en el negocio de Raúl Bozo, ya que se trasladó a un local de enfrente en la misma calle Estado, donde continuó atendiendo a sus clientes con la misma dedicación y profesionalismo. Durante más de cuatro décadas, permanecieron fiel a ese lugar, convirtiéndolo en su refugio creativo y punto de encuentro con aquellos que buscaran plasmar sus memorias en imágenes.

Una de las decisiones más significativas que tomó Raúl fue compartir su pasión y conocimiento con su hija Emily, quien siguió sus pasos y trabajó a su lado tanto en el estudio como en el laboratorio. Juntos formaron un equipo sólido y exitoso, llevando la fotografía a nuevas alturas y ganando el aprecio y reconocimiento de la comunidad local.

El 27 de febrero de 1985, Raúl falleció de un ataque cardíaco, dejando un vacío imborrable en sus seres queridos y en la industria fotográfica local.

A pesar de la partida de Raúl, su legado perduró gracias a su esposa, Norma, quien continuó con el negocio fotográfico, enfocándose en la fotografía comercial, hasta el año 2005 aproximadamente. A lo largo de los años, el nombre de Raúl Bozo se mantuvo como símbolo de calidad y pasión por el arte de la fotografía. Su legado sigue presente, recordándonos la importancia de seguir nuestras pasiones y perseverar en nuestros sueños, dejando huella en el mundo a través de la belleza y la magia de la fotografía.

Emily Bozo Muñoz: fotógrafa apasionada de la imagen

Emily Bozo Muñoz, una fotógrafa autodidacta de gran talento y pasión, nació el 26 de septiembre de 1952 en la ciudad de Rancagua. Finalizó sus estudios en el Liceo de Niñas de Rancagua. Desde temprana edad mostró un interés especial por el arte de la fotografía.

Emily contrajo matrimonio con Jaime Reyes Ulloa en 1970. De esta unión nacieron dos hijos, Norma y Jaime, quienes se convirtieron en su mayor fuente de inspiración y apoyo en su camino fotográfico.

La verdadera pasión de Emily siempre estuvo en la fotografía. Desde muy joven, se involucró en el estudio de su padre, el renombrado fotógrafo Raúl Bozo, en “Fotos Selva”. Allí, compartió su talento como retratista y también se encargó de los revelados en blanco y negro. Su habilidad para capturar la esencia de las personas en sus retratos la hizo resaltar, ganando el reconocimiento de sus clientes y colegas.

Emily se convirtió en una verdadera cazadora de instantes, llevando siempre consigo su cámara y capturando la vida cotidiana y su entorno con una mirada única. Su habilidad para encontrar belleza en lo común y lo simple le ayudó a ganar varios concursos fotográficos, reafirmando así su talento y dedicación a su amada profesión.

Más allá de los retratos y la fotografía en blanco y negro, Emily también se apasionó por el paisajismo. En 1990, decidió formalizar sus conocimientos en esta área y se capacitó para mejorar sus habilidades. Esta nueva faceta le brinda la oportunidad de fusionar sus dos grandes pasiones, logrando capturar paisajes con una sensibilidad y un enfoque único.

A lo largo de su carrera, Emily Bozo Muñoz dejó un legado de imágenes cautivadoras y emotivas que reflejaban su visión artística y su amor por la vida. Su capacidad para transmitir emociones a través de sus fotografías la convirtió en una figura destacada en el mundo de la fotografía.

El 15 de febrero de 2021, fallece debido a un inesperado ataque cardíaco. Su partida dejó un vacío en el corazón de quienes la conocieron y admiraron su trabajo, pero su legado perdurará a través de las imágenes que capturó y la inspiración que dejó en quienes compartieron su pasión por la fotografía.

Emily Bozo Muñoz, la talentosa fotógrafa autodidacta que retrató con su cámara el mundo a su alrededor, seguirá viva en cada instante y en la memoria de quienes apreciaron su arte. Su legado perdura en las emociones que sus fotografías evocan, recordándonos que la pasión y el amor por lo que hacemos son la clave para crear imágenes que trascienden el tiempo.

Norma Reyes Bozo, nieta de Raúl Bozo e hija de Emily Bozo, ha asumido con dedicación y cuidado la responsabilidad de preservar el patrimonio fotográfico de su abuelo y su madre. Con un espíritu generoso y comprometido con la memoria visual de su familia, Norma ha tomado la significativa decisión de compartir este acervo histórico, donándolo al Archivo Fotográfico y Documental de la Universidad de O’Higgins. A través de esta valiosa contribución, el legado fotográfico de Raúl y Emily será preservado y difundido a lo largo del tiempo, permitiendo que sus obras sean apreciadas y admiradas por las generaciones presentes y futuras.